Grace decide vivir

Hola,

Hace ya un par de años comencé una novela, que reposa todavía inacabada en el disco duro de mi ordenador, inspirada en una gran amiga mía y en como decidía cambiar la vida un tanto anodina por otra más excitante y reveladora.

En ese proceso incluso cambiaba de nombre y adornaba un Engracia bautismal por un Grace adoptado.

Quería explicar en la novela cuán extrañas son las decisiones que tomamos y como nos conducen en uno u otro camino. Como a veces seguimos una senda que, cuando paramos a mirar donde estamos, descubrimos que nos ha llevado al interior de un bosque frondoso del que no vemos la salida, o a un desierto yermo en emociones, y como pequeños cambios de comportamiento son la base para salir de la zona de confort y adentrarnos en conocimientos y experiencias más enriquecedoras.

No era mi intención, ni lo es, personificar en la vida de mi querida amiga, sino aprovechar un ejemplo que me es conocido para extrapolar la decisión de mucha gente de escoger el confort en lugar de la aventura. No es que sea malo, pero literariamente es más atractiva una persona que recorre el mundo en bicicleta sin asistencia, que una persona que se levanta para ir a trabajar, almuerza con el marido, y cena con la suegra, por ejemplo, y mucho más atractivo, desde el punto de vista narrativo, es explicar un posible cambio de estado, si bien es muy posible que sea más feliz la vida sencilla que la del aventurero ciclista.

Hoy todo este escenario ha cambiado porque la travesía de Grace ya no va del espacio cómodo a la aventura. Su camino ahora es más complicado y requiere de mucho más valor que el necesario para leer según que libros, cambiar de peinado, conocer gente nueva o apuntarse a un club deportivo. Ahora Grace ha de cargar agua en las cantimploras y cruzar un desierto tras el que todos la estamos esperando, pero del que va a tener que cruzar mucho trecho en solitario.

Siempre he tenido tendencia innata a meter la pata, a expresar mis ideas o sentimientos con estúpida impunidad y recibir después las consecuencias, desde perder algún amigo a casi perder un trabajo. Es el fruto de una estupidez cultivada por más de ocho lustros plagada de ejemplos, como aquella vez, de niño, que acompañaba a mi profesor de literatura en un trecho que recorríamos juntos cada día después de clases y entramos un momento en una tienda, allí mi querido maestro se pudo a conversar con una de las vendedoras y cuando salimos le dije "que mujer tan fea, no me extraña que no entre nadie porque asusta a los clientes", o algo parecido, y el me contestó que era su mujer. ¡Ay Jordi, me he arrepentido tantas veces!

Espero que no sea este el mismo caso, espero que el anonimato del nombre, y el enorme cariño que le tengo a mi amiga, además de la admiración absoluta y envidia corroyente por su extraordinaria inteligencia, sean suficientes para ganar su perdón por escribir estas líneas que me abrasan desde hace muchos días.

Grace, en mi novela decidiste vivir, pero en la vida tienes la obligación de hacerlo. Sé que lo harás, sé que nos seguirás calentando a todos como la lar silenciosa y abnegada que arde en el extremo de la sala para que nos sintamos acogidos. Utiliza toda tu fuerza esta vez para ti, y la mía cuando la necesites.

Un beso con todo el cariño, amistad, respeto, admiración y amor que te tengo,

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