La frustración de Indiana Jones
La frustración tiene dientes de plata y muerde en lo más hondo de uno, en ese lugar al que no llegamos con remedios caseros ni podemos curar aplicando cataplasmas de la abuela. No existe una Viagra para el sentimiento de fracaso que produce, ni otra cura más allá de la aceptación jodida o la consecución de un nuevo reto. Algunos creyentes de ciertas ramas del hinduismo se sientan a ver correr la vida sobre sus talones, aquello del “sitting in the dock of the bay” pero con cítaras, convencidos de que todo está escrito y de que el único camino para alcanzar la felicidad es el de dejarnos llevar liberados de deseos, anhelos y esperanzas. Lo cierto es que es una postura cómoda, pero que he de reconocer que no va conmigo. Soy más de aquello de “por sus actos los conoceréis” que de “hagas lo que hagas, pasará lo que tenga que pasar”. Acción, acción y más acción para avanzar, para crecer, para desarrollar…, un concepto que implica en sí mismo la contracara del terror indómito al dejar fl