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S'estan mostrant les entrades d'aquesta data: maig, 2014

La frustración de Indiana Jones

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La frustración tiene dientes de plata y muerde en lo más hondo de uno, en ese lugar al que no llegamos con remedios caseros ni podemos curar aplicando cataplasmas de la abuela. No existe una Viagra para el sentimiento de fracaso que produce, ni otra cura más allá de la aceptación jodida o la consecución de un nuevo reto. Algunos creyentes de ciertas ramas del hinduismo se sientan a ver correr la vida sobre sus talones, aquello del “sitting in the dock of the bay” pero con cítaras, convencidos de que todo está escrito y de que el único camino para alcanzar la felicidad es el de dejarnos llevar liberados de deseos, anhelos y esperanzas. Lo cierto es que es una postura cómoda, pero que he de reconocer que no va conmigo. Soy más de aquello de “por sus actos los conoceréis” que de “hagas lo que hagas, pasará lo que tenga que pasar”. Acción, acción y más acción para avanzar, para crecer, para desarrollar…, un concepto que implica en sí mismo la contracara del terror indómito al dejar fl

No había dejado de llover

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Ilustración de Andrés Edery Me pidieron que hablara de ti en menos de veinticinco líneas, maestro. Imposible. Pero si pudiera diría que nuestra relación comenzó sin que tú lo supieras con “El ahogado más hermoso del mundo”, recitado con el acento andaluz de un viejo profesor de literatura que hizo flotar tus palabras entre nuestras entendederas aún vírgenes. Nos dejó tu cuento a medias con el trabajo hereje de terminarlo a nuestra manera, y lo hice, te lo prometo, lo mejor que supe. Primero perlando una porquería de relato de bromas absurdas para que todos rieran con mis burdas ocurrencias, pero después en serio, con toda la pasión que un adolescente podía poner en sus letras, y salió un cuento extraño, comenzado por ti, por el más grande, y acabado por un saco de acné el día que supe que sería escritor. Nuestra relación continuó desde entonces con mi desespero de náufrago por beber en tus relatos, con épocas de fría distancia y momentos en los que mi única compañía fueron

En la plenitud

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Un compañero de trabajo me dijo hoy, sin anestesia, que me encontraba en la plenitud de mi carrera profesional. Un comentario hecho con todo el cariño, supongo, y que venía a decir que me veía bien, que las personas que apostaron por mí para dirigir la compañía se sentían satisfechas con mi trabajo y que yo trasmitía el mismo nivel de satisfacción. Eso que llaman hoy un win and win, y que toda la vida se llamó bueno para ambas partes. Por supuesto he correspondido al comentario con una sonrisa, un apretón de manos y una frase de sincera y amable gratitud, pero a medida que me dirigía hacia el párking a recoger mi coche, sus palabras han comenzado a rebotar en la corteza cerebral como una pelota de goma en una pista de squash. ¿Qué significa estar en la plenitud profesional, que no hay más camino ascendente, que a partir de ahora he de comenzar a comprender que lo próximo será la decrepitud profesional, el declive o el mantenimiento, pero no la ascensión?, la verdad, no tengo ni