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S'estan mostrant les entrades d'aquesta data: març, 2007

Aprendiz de todo, maestro .. ¿de la vida?

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Hola, En estos últimos días he vivido una situación particular bastante triste. No os asustéis los que me conoceis, estamos bien, todos tranquilos, Luz y yo estamos en perfecto estado de revista. No me refereía a nosotros, sino a un neoconocido de nuestro actual destino. Es él, su drama, su historia terrorífica y espantosa la que me empuja a realizar una pregunta muy importante, ¿vale la pena vivir la vida sólo con un propósito? Este hombre así lo ha creído y ha llevado sus creencias hasta el final. No voy a entrar en un juicio a esta persona, en absoluto, porque además me merece un profundo respeto, pero sí llevo, desde que lo conocí, intensificando esta pregunta en mi larga lista de enigmas. Por supuesto si os dijera, por ejemplo, que alguien dedicó toda su vida a la minería hasta que quedó sepultado en una gruta, todos diríais, ¡qué horror de vida!, pero si dijera que un biólogo murió en la selva Catapún mordido por una serpiente venenosa a la cual estaba estudiando, seguro que la

Dos més al sac i ben lligats !!!

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Hola, Estoy feliz. Lo sé, lo sé, para llegar a tal conclusión se necesita concretar muchas variables, demasiadas diréis, y os doy la razón, pero aquellos que ya me conocéis un poco sabréis que, si bien mi prosa no es una maravilla, si acostumbro a utilizar bastante bien los verbos, y en este artículo he empezadocon “estoy”, y no con “soy”, lo que facilita mucho la afirmación inicial. Para ser feliz si que se necesita la conjugación de muchos factores, repito, demasiados, pero para estar feliz el proceso se simplifica hasta el mínimo común denominador. Estoy feliz porque en esta semana pasada he vencido dos miedos que me atenazaban. No hablo de miedos importantes, como a que me confundan con un seguidor de las series españolas o de los reality shows. ¡Nada de eso! Esta semana pasada he vencido el miedo a sumergirme en las profundidades marinas, cual aficionado a Jacques Costeau, y a cabalgar. Sí, esas han sido las dos barreras que he conseguido atravesar esta semana pasada. ¡Qué ridicul

La duda razonable

Hola, Hoy ha sido un día difícil, de esos que no gustan por el mal sabor que dejan, por el lastre que se te pega como una lapa al morro de una ballena y que cuesta un esfuerzo inmenso de limpiar. Se ha roto en la fecha de hoy una confianza construida a base de tiempo con un buen grupo de gente y esa es la razón de mi desánimo y la base para este artículo. ¿Por qué duele tanto la desconfianza? ¿Por qué una cosa que cuesta tanto construir se deshace con el simple soplo de un rumor? ¿Es más frágil la confianza que la casita de paja de los tres cerditos? No lo sé. Admito que no tengo respuesta a ninguna de estas preguntas, pero sí sé con toda certeza que nunca vuelve una situación a ser la misma después de un atentado a la confianza. Ésta puede darse entre cualquier tipo de relación, desde la íntima de pareja hasta el grupo de conocidos que se juntan para jugar a fútbol en cualquier liga noctura de la ciudad. Pero, ¿qué hacer cuando se tienen "evidencias" de una traición? ¿Mirar

La furgoneta amarilla

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Hace días que la situación personal de un amigo me ha hecho reflexionar sobre los caminos que cada uno de nosotros tomamos para, si no ser felices, vivir ilusionados y en paz, que a fin de cuentas es lo más parecido a la felicidad. Desde que somos niños hasta bien entrados en la edad madura nos dedicamos a imitar los comportamientos y las actitudes de las personas que hemos tenido a nuestro alrededor. También nos pasamos ese periodo en constante imitación de los patrones que vemos por televisión, que leemos en libros o que escuchamos en boca de conocidos y gurús del comportamiento. Así nuestra concepción de la vida es un compendio de las concepciones de todos los demás. Podríamos tomar como estándard lo que nuestros padres desearon para nosotros, estudiar, tener un buen trabajo, una buena esposa/o, un buen coche, una buena casa, comer bien, vestir bien, tener dos hijos, parejita a poder ser, y cumplir con lo que llamamos, en una hipocresía adquirida, lo que la sociedad consid