Ahora que ya podemos celebrar los cumpleaños
Allá por los finales de los noventa, o quizá en los muy tempranos dos mil, leí un libro que me hizo tomar una serie de decisiones en contra de lo convencional. El libro en cuestión era Las voces del desierto y la historia trataba de una estadounidense que cruzaba el desierto de Australia en compañía de unos tipos muy especiales, la verdad es que no recuerdo si eran una secta, un grupo étnico, seres interdimensionales, gurús, autores de libros de motivación o qué narices eran, pero sí recuerdo que tenían normas poco convencionales como la no celebración de festivos absurdos ni repetitivos por el simple hecho de alcanzarlos en el tiempo. No celebraban aniversarios, ni cumpleaños, ni nada que una piedra o una planta pudieran conseguir exactamente igual que un humano. Ellos celebraban los logros, y cuando alguien de la secta, grupo étnico, seres interdimensionales, o lo que fueran, alcanzaba un objetivo con esfuerzo y dedicación, todo el grupo hacía una gran fiesta. Del libro apena