La humillación del prójimo como modus vivendi

Hola,

Hoy ha sido un gran día, hoy he tenido la gran fortuna de ser uno de los agraciados con la decisión arbitraria de uno de los guardias de seguridad del aeropuerto de Miami, que me ha enviado a seguir la famosa línea roja.

Para los que no hayan tenido tanta suerte como yo, o los que no conozcan el aeropuerto de Miami, la línea roja en cuestión es una línea de puntos rojos justo a la salida de la recogida de equipajes. En ese lugar, el último control de salida del aeropuerto, unos guardias te preguntan por enésima vez quién eres, porqué estás allí, dónde vas, con qué dinero, para qué viajas, cuál es tu ocupación, si estás casado o soltero, y si viajas, o no, con tu familia. Tras este interrogatorio (que no es el primero) deciden si te dejan marchar libremente tras la línea de puntos verdes, deciden que pases tu equipaje por el escaner al final de la línea de puntos amarillos, o bien eres un posible delincuente y tu destino es cruzar por los topos rojos.

Esta suerte está destinada principalmente a los latinos, cubanos son los más agraciados, tipos solos con pómulos marcados, cabellera enhiesta y ojos semi rasgados, mujeres negras solas, y todo desgraciado que manifieste esta condición a ojos de los guardias. La verdad es que nunca me había pasado antes, pero claro, hoy he cometido un error inmenso, he viajado con una camiseta de Juan Valdez haciendo apología colombiana.

Los puntos rojos te llevan a un mostrador formado por mesas de aluminio tras las que una cohorte de guardias, todos cubanos americanizados, te interroga de nuevo haciéndote tres o cuatro veces las mismas preguntas. Te dejan de nuevo en la fila, te quitan el pasaporte, vuelven al cabo para preguntar de nuevo las mismas idioteces, te vuelven a dejar, te registran, te devuelven el pasaporte, pero no las maletas, luego te registran las maletas y se llevan el pasaporte, viene otro y te pregunta de nuevo, y así hasta que los honrados guardias de las fronteras norteamericanas deciden que ya han jugado al pim-pam-pum lo suficiente contigo y afilan garras para el siguiente desgraciado, que visto lo visto, ya tiembla en la fila por aquello de las barbas remojadas.

No importa si te espera alguien al otro lado, no importa si ibas en pareja y a tu pareja la han dejado pasar sin opción a que te espere, no importa la angustia de la arbitrariedad con que deciden quien es digno y quien no. Nada de eso importa.

No importa que estés simplemente en tránsito porque para llegar a casa ése sea el único maldito aeropuerto de conexión.

No importa que por mí se pueden meter los malditos Estados Unidos de América en el agujero por el que no sale el sol. No, nada de eso importa.

La única obsesión es nuestra seguridad, apoyada, eso sí, en la más vil de las humillaciones sólo por haber decidido viajar con escala en Miami.

Se lo confiten!

Comentaris

Vicsabelle ha dit…
!Que barbaridad, Jordi! !Cuanto exageran estos estadoundenses! LAmento mucho que psaras por esto! y pensar que los dominicanos lo atacan mucho tambien..
un gran saludo. (te debo un correo)

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