El amor en los humanos

Uno de los principios universales es el del Ritmo, dice más o menos, y perdón por la simplificación de una cosa tan sumamente importante, que toda energía en el universo en una dirección genera otra de igual magnitud en contra. Como el movimiento de un péndulo, que oscila con la misma fuerza en una dirección como viene de la otra.

Esto significa que, por ejemplo, si una persona tiende a ilusionarse o a alegrarse mucho ante una situación, con la misma intensidad se decepcionará o entristecerá con la contraria. Otro ejemplo que explica este principio es que si una persona tiene mucho, mucho, mucho dinero para comprar cualquier tipo de manjar, con toda seguridad no tendrá el mismo hambre que pueda tener un pobre en el momento de enfrentarse a la pitanza.

Este es un principio universal, recogido por Hermes ya unos miles de años antes de que el contador de nuestra era se pusiese a cero, y si lo creemos a pies juntillas como una verdad universal, nos facilita mucho la opción de vida de ser positivos y optimistas, porque si cada barbaridad o desgracia de las que se emperran en mostrarnos cada día desde todos los medios de comunicación tiene su misma intensidad en la otra dirección, todavía tenemos esperanzas.

Busquemos pues el flujo de generosidad, de hermandad, de conocimiento, de paz, de igualdad, de Amor en definitiva, que está generando el odio del pueblo que a si mismo se llama el escogido de Dios.

No se desprendan de mis palabras gotas de ironía, ni fina ni gruesa, más de bien de fe y esperanza reales en encontrar ese flujo de Amor que nos ha de golpear con más fuerza de lo que la luz lo hizo al inventor de la misoginía en la Iglesia Católica. Yo estoy convencido que es así, estoy convencido que millones de personas abonan cada día ese chorro de amor, que hacen que cada día la vida de sus allegados sea más humana, más feliz, más plácida y amorosa.

Muchas veces me preguntan, a mí, al ignorante, qué podemos hacer ante una situación de ese calibre, ante desgracias de esa magnitud, y yo creo que aplicar el principio del ritmo, amar a nuestro círculo de acción para que ese amor desplace del universo la misma cantidad de odio.

Y tened por seguro que es cierto, porque la inmensa mayoría de la gente lo aplica, pero aún debemos ser más contundentes y sinceros en su puesta en práctica. Sólo con millones de gotas de Amor venceremos a las riadas de ignominía, odio y desesperación.

Viva Hermes.

Jordi.

Comentaris

Anònim ha dit…
Tengo que reconocer que esta vez no puedo estar del todo de acuerdo contigo pero ¡Viva la discrepancia!
Buscar el flujo de Amor y paz y tardar 5 líneas en proclamar la misoginia de la Iglesia Católica tiene como poco falta de tacto. Quizá este sea el principio de causa y efecto o el principio de mentalismo pero a mi el kybalion, lamentablemente, no me ha iluminado.
La Iglesia Católica puede ser criticada, defenestrada u odiada pero siempre se ha mantenido bajo una filosofía, buena o no, pero la ha mantenido y la ha defendido, independientemente de las modas filosofales del hombre o de lo que toca pensar.
Según el Cristianismo, Cristo ya creo a Eva desde una costilla de Adan y por tanto ya supeditó a la mujer al hombre. Lo mismo ocurre con Pandora y Lilith. Asi que que la mujer sea el orígen de todos los males no es invención de la Iglesia Católica ni del Cristianismo. Es el origen de casi todas las grandes religiones y filosofias que imperan en la humanidad y lo único que hace la Iglesia es mantenerse en sus principios. Ya en Egipto hace muchos pero muchos años ya pensaban así.

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