Anacaona y Caonabó, una historia maravillosa
"Anacaona y Caonabo", Enrique Royo |
Si todo va bien, como parece que así es, en pocos meses saldrá a la luz mi última novela.
Aquellos amigos con los que compartimos redes sociales es muy probable que ya sepáis, más o menos, de qué trata esta historia, pero la realidad es que apenas he compartido algunos retazos, frases sueltas, fotos con más o menos acierto y pistas vagas. Y si bien es cierto que tuve la necesidad de decir, recién finalizada la novela, que era la más dura que jamás había escrito y probablemente la más dura que jamás escribiré, también es cierto que no he hablado apenas de ella porque en esta novela se ha conjurado el maldito milagro de que un cobarde como yo escriba la historia de uno de los hombres más valientes que han poblado la isla que me acoge desde hace diez años, y eso, mis queridos amigos, acojona al más pintado.
La historia nació un día por casualidad mientras me bañaba con la familia en las aguas de playa Rincón e intenté imaginar qué habrían sentido los primeros europeos al llegar a la isla que hoy ocupa República Dominicana, cómo se habrían quedado al ver la belleza sobrenatural de nuestros paisajes, la hermosura de las costas, la fuerza de los colores, los olores, las formas tan infinitamente diferentes a las de Europa. Pensé entonces que si nosotros, los viajeros actuales, ya sufríamos un espasmo en los sentidos al acaparar tanta belleza de golpe, aun siendo conocedores del lugar por fotos y referencias, cómo hubo de ser para aquellos hombres que en los albores del siglo XVI se acercaron a unas tierras vírgenes, ricas y plenas como éstas. No pude dejar de imaginar la visión de estar hollando el propio Edén para aquellos aventureros allende los mares.
Pero también pensé inmediatamente qué habrían sentido los habitantes de este paraíso al ver llegar a aquellos tipos barbudos, gritones, rudos y vestidos de maneras tan ridículas como poco apropiadas para el clima tropical. Qué pensarían al ver llegar sus barcos, sus animales, sus armas, sus maneras bruscas de hacerse con todo, y de la misma forma que imaginé que esto pudiera ser el Edén para los recién llegados, pensé también que para los infelices habitantes de estas tierras de aguas turquesas y verdes intensos, la llegada de los europeos hubo de ser lo más parecido a una invasión alienígena en nuestros días.
Poco a poco el gusanito de la curiosidad se fue instalando en mi imaginario, comencé a leer, a investigar, a buscar hasta que me di de bruces con varias realidades que me abdujeron sin remedio. Una de ellas fue la casualidad de que una amiga me hablara, sin saber ella lo que ya se cocía en mi cabeza, de fray Raimón Paner, un ermitaño del monasterio de la Murtra, Barcelona, que vino con Cristóbal Colón en su segundo viaje y que fue el primer antropólogo, por decirlo de alguna forma, que convivió y estudió a los taínos. Después, fruto de una investigación más seria, me crucé con unos personajes de una fuerza brutal, con unas historias que me dejaron en vela varias noches, con unas vidas que se vieron truncadas, con una historia de amor que se rompió en la noche de los tiempos por la violencia y la necesidad de supervivencia. Conocí a Anacaona, la última princesa del Caribe, y cuyo nombre significa literalmente Flor de Oro, y al que fue su esposo, Caonabó, el guerrero cuyo nombre significa el Señor de la Casa del Oro, y a quien Alonso de Ojeda “engañó” haciéndole poner unos grilletes como si fueran un gran regalo.
Siguieron entonces las preguntas, las dudas sobre si la historia pudo ser cómo nos la han contado o no, y pensé que no era posible que una sociedad capaz de hacer las más extraordinarias piezas de artesanía se volviera loca al ver espejitos como si fueran imbéciles. No creí que un hombre, un guerrero como Caonabó, capaz de vencer a tribus caribes, de enfrentarse a los conquistadores, de una fuerza descomunal que hacía temblar a sus enemigos con la sola mención de su nombre, se pusiera unos grilletes y encima lo considerara un regalo. Si ni siquiera un niño se pondría unos grilletes metálicos con una cadena unida a cuatro argollas para atar sus muñecas y tobillos, cómo lo iba a hacer un guerrero, y más aún si ese “regalo” venía de las manos de alguien con quien pocas semanas atrás había combatido en la toma de la fortaleza de Santo Tomás.
Y creo que fue en ese momento cuando a fuerza de preguntarme, de imaginar, de querer saber qué pasó en realidad, las voces comenzaron a hablarme, a no dejarme dormir, a colarse en cada descanso, a explicarme sus vidas, sus historias, la verdad de lo que ocurrió, su verdad. Una historia que no me dejó vivir hasta que la plasmé en la que ha de ser, si todo va bien, mi tercera novela, la más dura que jamás he escrito y probablemente la más dura que jamás escribiré, y que se fue dejando un vacío mayúsculo en mi alma y un temblor de vértigo en mi corazón.
Apenas media decena de amigos han leído el manuscrito, y entre ellas mi compañera, la verdadera dueña de la casa del oro, y sus palabras no pudieron ser más alentadoras. También ella se vio cautivada, no por mi capacidad narrativa, sino por la inmensa historia que he tenido el honor de contar y que hoy ha llegado en forma de obra de arte de la mano del artista Enrique Royo. Muchas gracias a mis lectores, y en especial a mi amada Luz por tan inmenso regalo que me ha llegado al alma.
Comentaris
Creo que tu novela será un éxito más, creo que los lectores la apreciarán y creo que está dirigida a un público ávido de buena lectura. Espero con ansias tenerla en mi Kindle para devorarla con fruición.
Estoy segura que será una estupenda e impresionante historia que ya ansio leer.
No seré la primera pero sí que espero adentrarme en y vivir ese libro.
Si te robó el sueño y te envolvió en desvelos seguro que es una gran historia que has plasmado con toda tu sabiduría y más.
Estoy segura que esta historia, estos personajes te buscaron en el destino porque seguro que eres el único que podría escribirla.
Las cosas pasan por algo y estoy segura que será un gran éxito que no dejaré de leer.
Felicidades por escribir aquello que realmente llamó a tu puerta.
Te leeré.
Si te robó el sueño y te envolvió en desvelos seguro que es una gran historia que has plasmado con toda tu sabiduría y más.
Estoy segura que esta historia, estos personajes te buscaron en el destino porque seguro que eres el único que podría escribirla.
Las cosas pasan por algo y estoy segura que será un gran éxito que no dejaré de leer.
Felicidades por escribir aquello que realmente llamó a tu puerta.
Te leeré.
Muchas gracias por tus palabras!
Muchas gracias por tus palabras!
Bendiciones