Se va la guagua

Como en la canción de Juan Luis Guerra, se va la Guagua, que escucho mientras escribo estas letras.

Hoy, después de siete intensos días de viaje y estancia en una de las ciudades más acogedoras del planeta, Buenos Aires, regreso a mi Dominicana querida. Han sido siete días de trabajo, mucho trabajo, de renuncias (a la comodidad de casa, a la familia, a mi esposa, a mi hijo y a mi ahijado, a la rutina diaria), de esfuerzo físico y mental, de abrazos, de apretones de manos, de confidencias, de estar horas de pie con la sonrisa del vendedor expectante, de conocimientos y, quisiera pensar, de nuevas amistades.

Unos días en los que he recopilado varias frases que no quisiera dejar de anotar como remedio a mi cada vez más maltrecha memoria, perlas como éstas:

- Después de trabajar como un cabrón toda la vida, contó y se dio cuenta que era millonario.

- Los agentes de viajes tenemos (ya me atrevo a incluirme) vida de champain y bolsillo de cerveza.

- Para triunfar hay que dormir tres horas.

He aprendido que un buen argentino reconoce si la carne está cortada a cuschishllo sólo con verla, que algunos hombres, empresarios hechos y derechos, se comportan como niños sólo de pensar que el otro les ha ganado la mano, que los hombres, hombres, se saludan de a beso, que las tradiciones nunca hay que tomarlas a broma, que con honestidad se llega a todas partes (algo más lento, pero con una sonrisa), que en verdad es mucho mejor caer en gracia que ser gracioso, que los catalanes nos podemos escapar de ser gashhllegos, que la alegría latina es real, y que se puede vivir sin blackberry.

He visto una ciudad que en tiempos no muy pasados fue la joya del cono sur y que hoy se disputa la basura nocturna como presa caza mayor, ante la incredulidad de los propios porteños.

He probado vinos tan buenos o mejores que los nuestros, sí, sí, de verdad.

He tenido la inmensa fortuna de explicar las maravillas del país que me acogió hace más de cuatro años ante auditorios cententarios de agentes de viajes. Yo, un extranjero en Dominicana, he tenido la gran fortuna de promocionar un país intenso ante los habitantes de uno inmenso. Que suerte poder devolver algo de lo que me han dado.

He demostrado que se puede sobrevivir en Buenos Aires siendo vegetariano.

Y he comprobado como la gente que se esfuerza, que trabaja, que es honrada y que pone el alma en lo que hace triunfa. Un brindis por ellos.

Ahora sólo tengo ganas de volver.

Muchas gracias a todos y todas por vuestro cariño y hospitalidad.

Comentaris

Marisol ha dit…
Que envidia me das,,,,,!! empiezo a sentir necesidad por salir de este trabajo de despacho,,,,hay tantas cosas por ver,,,y yo aquí haciendo IVAs,je,jejej,,,,

Besos a todos..

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