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Hola,

Hace un par de noches, en uno de los más de cien canales de televisión que se reciben en casa, vi un programa en el que agrupaban, para nuestra vergüenza y asombro, todo lo consumimos durante la vida de golpe, es decir, calculaban (siempre en base a la sociedad británica) que tomamos unos diecisiete mil litros de leche y colocaban diecisiete mil botellas de leche en un descampado, lo mismo con los rollos de papel higiénico, piscinas rebosantes de excrementos, latas de cerveza, zapatos, judías en lata, y así todo el ingenio que desbordaron los guionistas. Cuando paga otro...

Pero hubo una parte del reportaje que me dejó pensativo y que enseguida supe que haría un artículo sobre eso, aunque no estaba seguro de qué escribir en él. En el video de NatGeo aseguraron que la media de palabras de una persona en toda su vida es de ciento veintidós mil ciento cinco. ¡En mi caso particular me parecieron muy pocas! (debo reconocer que también me parecieron pocas diecisiete mil botellas de leche...)

Lo primero que hice al conocer la cifra fue contar las palabras de mis novelas, a ver cuantas eran entre las dos, y mi sorpresa aún fue mayor ya que según el procesador de textos la cantidad de ambos escritos es de unas 285.000 palabras, sólo en dos novelas. Si contamos que una persona media pueda leer unas quinientas obras en su vida la cifra del reportaje no cuadra por ningún sitio. Claro que ellos se referian a las palabras "habladas" fonéticamente en una vida, pero aún así me parecen muy pocas.

Si damos por cierta esa cifra (que no me la creo mucho) quiere decir que habemos algunos que hablamos como cotorras y otros que no dicen nada. Yo estoy en el primer grupo y eso me ha hecho tomar en serio la cantidad de tonterías que puedo decir al día. Y no me refiero a tonterías de tonto (que también las digo en cantidad) sino a intrascendencias, bobadas de trabajo, gilipolleces de cotilleo, comentarios sobre Fernando Alonso, estupideces de ésas.

Si sólo tenemos cien mil palabras no podemos desperdiciarlas en bobadas, ¡con la de cosas importantes que tenemos para decir y no decimos! Claro, después se nos acaba la cifra y se nos quedan la mitad de las cosas en el tintero vocal.

Por eso os animo desde aquí a hablar menos, bajemos entre todos la cifra de las cien mil palabras y dejémosla en cincuenta mil, pero que sean cincuenta mil palabras reales, de verdad, con sentido, que expresen cosas ciertas, huyamos de la banalidad absurda en la que nos hemos visto metidos. No hablemos con gente que no nos interese, no digamos cosas sin sustancia, porque cuando mezclamos algo importante se pierde en esa amalgama de palabrería. No hablemos mal de los demás, no alabemos el juego de Messi con más palabras de las que merece, digamos a los nuestros lo que nos interesan y dejemos el par de palabras básicas "Hola" y "Adiós" para los demás.

No nos preocupemos por si nos tratan de antisociables o de raros, ya lo somos, yo por escribir esto y ustedes por leerlo hasta el final. No nos preocupemos de gente que su contador de palabras ya ha expirado por el mal uso.

¡Hagamos huelga de palabras caídas! ¡No a la banalidad!

(los SMS y los e-mails estúpidos también cuentan)
... silencio.

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